A lo largo del curso hemos visto
que la reflexión es una parte fundamental de del trabajo docente y como tal
también es parte fundamental a la hora de confeccionar un portafolio. Si bien
creo que la labor docente lleva intrínsecamente una reflexión continua, también
es cierto que muchas veces ésta se hace de forma informal y sin recoger
evidencias de la misma. Un portafolio debe aportar una forma sistemática de
reflexión, tanto del proceso como del producto, que nos ayude a realizar una crítica
constructiva de nuestra labor y nos facilite la toma de decisiones de cara a proponer
mejoras de nuestra práctica docente o a replantear actividades con las que no
hemos conseguido los frutos esperados.
En la rúbrica que acompaña a esta
actividad, aparece la parte correspondiente a la reflexión como un criterio general
independiente a evaluar, con lo cual se evalúa el nivel de reflexión del
portafolio en su conjunto. Si bien puede ser una forma de evaluación, creo que
es por una parte muy difícil de valorar ya que habría que promediar la
reflexión realizada en diversos apartados del portafolio y la evaluación final
podría no reflejar adecuadamente la consecución de ese objetivo.
Considero que sería bastante más
prudente identificar los apartados del portafolio en los que conviene incluir
una reflexión del docente, entre las que incluiría la efectividad del docente,
la evaluación de la calidad del docente, la selección de evidencias, las
propuestas de mejora, el plan de formación y la aplicación de las TIC. Además
todas estas reflexiones tendrían su incidencia en la filosofía y principios de
enseñanza del docente.
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